Estos mandatarios estarán ‘en problemas’ si Trump no es reelegido como presidente

Si Donald Trump es echado de la Casa Blanca en las elecciones de noviembre, no será el único perdedor.

Aunque es probable que muchos gobiernos celebren el fin una presidencia estadounidense poco convencional y a veces caótica, otros extrañarán a esa administración. Para los líderes de Turquía, Corea del Norte e Israel, los últimos casi cuatro años han sido casi completamente positivos.

Una derrota de Trump los enfrentaría a desafíos inmediatos. Lo que los ganadores, en su mayoría autoritarios, de los cuatro años de Trump en la Presidencia de Estados Unidos tienen en común es el temor de que su partida signifique el regreso de una política exterior estadounidense más convencional.

Eso podría ver a EU remendando alianzas y promoviendo la universalidad de valores como la democracia y los derechos humanos, o la lucha contra el cambio climático.

Después de que Trump indicara en el debate del jueves que no es malo tener buenas relaciones con líderes extranjeros con respecto a Kim Jong-un, Biden respondió: “Eso es como decir que teníamos una buena relación con Hitler antes de que invadiera el resto de Europa”.

Ninguna relación de EU cambió más bajo la admnistración de Trump que la de Corea del Norte. Lo que comenzó con amenazas e insultos mutuos se transformó en un amor a veces extraño cuando Kim y Trump se reunieron tres veces e intercambiaron más de dos docenas de cartas, mostrando su química “misteriosamente maravillosa”.

Aún así, el enfoque radicalmente diferente de EU tampoco ha logrado asegurar la desnuclearización de Norcorea. Kim presentó un enorme misil balístico intercontinental nuevo el 10 de octubre que parece capaz de lanzar múltiples ojivas nucleares.

Biden ha dicho que no se reunirá con el líder norcoreano sin condiciones previas, lo que hace menos probable cualquier levantamiento de las sanciones que han llevado a la economía de Corea del Norte a su peor recesión en dos décadas.

Trump marcó la pauta de su enfoque sobre las relaciones internacionales en Arabia Saudita, al elegir Riad como el destino de su primera visita al extranjero como presidente en 2017. Fue recibido con una enorme imagen de su propio rostro proyectada en la fachada del hotel palaciego donde se hospedaba su delegación.

El príncipe heredero saudí logró importantes avances, sobre todo la retirada de Trump del acuerdo nuclear de 2015 con su enemigo Irán. Trump también ofreció apoyo personal y vetó las sanciones del Congreso cuando el príncipe fue asediado por acusaciones de que había ordenado el asesinato en 2018 del destacado crítico del régimen, Jamal Khashoggi.

Ha habido decepciones para Arabia Saudita, en particular el hecho de que Trump no contraatacara militarmente a Irán después de un ataque a instalaciones petroleras en el este de Arabia Saudita en 2019 y que fue atribuido a Teherán.

Los líderes sauditas se muestran confiados en que podrán mantener buenas relaciones con Biden. Aún así, con Trump fuera de la Casa Blanca, es probable que EU regrese a enfoque más tradicional sobre derechos humanos y que analice revivir el acuerdo con Irán.

Si alguien confía más en Trump que el príncipe saudita para su protección política, ese es el presidente de Turquía. Trump se ha mantenido prácticamente solo entre Turquía y la imposición de sanciones del Congreso por la decisión de Erdogan de comprar el sistema de misiles de defensa aérea S-400 de Rusia, a pesar de ser un aliado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Su vínculo personal permitió a Erdogan persuadir a Trump de que retirara las tropas estadounidenses de las áreas kurdas del norte de Siria para que Turquía pudiera enviar sus propias fuerzas para tomar el control de la zona.

El presidente de EU tomó esa decisión sin consultar al Pentágono ni a los aliados de EU en la lucha contra el Estado Islámico en Siria, incluidos Reino Unido, Francia y los combatientes kurdos que Turquía considera terroristas.

Con las sanciones listas para su aplicación y Biden pidiendo previamente a EU que apoye a los partidos de oposición turcos, Erdogan puede tener más que perder con la partida de Trump.

Trump ha sido más agresivo con China que cualquier otro presidente de EU de la historia reciente, imponiendo aranceles a los productos chinos y actuando para restringir su acceso a tecnologías clave. Con todo y eso, los funcionarios chinos han dicho que, en general, preferirían que Trump se quedara como presidente por otros cuatro años más.

Trump sacudió el sistema de alianzas posteriores a la Segunda Guerra Mundial que China ve como una restricción a sus ambiciones geopolíticas, es decir, obtuvo un beneficio considerable.

También socavó la posición internacional de EU al sacar al país en pos de implementar las políticas de ‘Estados Unidos primero’, creando oportunidades para que Xi Jinping llene el vacío de liderazgo resultante, desde el comercio hasta el cambio climático.

¿Por qué se preocupa Beijing por una victoria de Biden? Porque este intentaría crear un frente internacional más coordinado para tratar con China, mientras mantiene la presión sobre el comercio y la tecnología. Aun así, China podría beneficiarse de una relación menos ‘emotiva’ con Washington si Trump pierde, según Zhu Feng, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Nanjing.

“¿La gente realmente quiere ver a China y Estados Unidos entrar en una guerra fría?”, subrayó.

La presunta intromisión de Rusia en las elecciones de 2016 produjo una investigación formal de Estados Unidos y un informe de 448 páginas. Al final, de alguna manera, Putin terminó llevándose ‘el premio gordo’.

En el cargo, Trump ha cuestionado el valor de la OTAN e incluso el estatus de países como Alemania como aliados, debilitando una alianza transatlántica que los líderes rusos y soviéticos desde Joseph Stalin han buscado romper.

Hay muchas razones para pensar que la tendencia continuará durante una segunda administración de Trump. Sin embargo, el presidente de Rusia logró algunos de los logros más concretos que deseaba, desde el levantamiento de las sanciones hasta el progreso en el control de armas. Los funcionarios rusos ven pocas perspectivas de deshielo, y mucho menos bajo la administración de Biden.

En lugar de lamentar el estado de ánimo anti-Rusia, el Kremlin podría intentar cambiarlo, según Fiona Hill, directora principal del Consejo de Seguridad Nacional para asuntos europeos y rusos hasta 2019.

“Podrían controlar a los tipos que están envenenando a la gente”, opinó Hill, ahora en el Brookings Institute. “Cuando se reúnan con nosotros, no pueden pincharnos en el ojo. Simplemente podrían dejar de hacer todo eso”.

Para el presidente de Brasil, Trump es como un ‘alma gemela’ política. A medida que las encuestas de opinión estadounidenses se han inclinado a favor de Biden, Bolsonaro se ha preocupado cada vez más por el futuro de sus vínculos con la Casa Blanca, según un alto miembro del gabinete.

Desde que asumió el cargo en 2019, Bolsonaro ha cambiado la tradición brasileña de una política exterior equidistante a favor de la alineación automática con EU y sus aliados. A cambio, Trump levantó la prohibición a las importaciones de carne fresca, apoyó la propuesta de Brasil de unirse a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y firmó acuerdos para la cooperación en defensa y exploración espacial.

El ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Araujo, ha dicho que Brasil no tendría problemas con una administración de Biden, aunque admitió que las políticas ambientales de Bolsonaro enfrentarían una fuerte oposición. Biden ha sugerido que Brasil podría enfrentar consecuencias económicas si no detiene la deforestación del Amazonas.

Trump rompió repetidamente con el precedente estadounidense y se mostró a favor de impulsar la agenda nacionalista de Netanyahu, reconociendo la soberanía israelí en los disputados Altos del Golán y trasladando la embajada estadounidense a Jerusalén.

Si bien los planes para anexar partes de Cisjordania palestina han sido archivados, podrían revivirse en un segundo mandato de Trump.

La verdadera ‘recompensa’ se produjo en septiembre, cuando Trump negoció acuerdos de normalización de relaciones diplomáticas entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, pero ha habido un costo: El apoyo bipartidista a Israel en el Congreso se ha erosionado. Muchos israelíes temen que su país se enfrente a un mayor escrutinio bajo la administración de Biden, mientras que el sistema de seguridad se preocupa por el regreso de EU al acuerdo nuclear con Irán.

Forasteros entre los jefes de estado europeos más liberales, los líderes de Polonia y Hungría han encontrado consuelo en Trump. En 2017, eligió Varsovia para un importante discurso en el que redefinió Occidente en términos de valores cristianos conservadores, validando la agenda de derecha de Duda, que comparte Orban.

El primer ministro húngaro ha respaldado abiertamente a Trump antes de las elecciones, afirmando que no quiere ver el regreso del ‘imperialismo moral’ que una administración demócrata traería a la Casa Blanca.

Los dos hombres comparten el desdén de Trump por la corrección política en formas que podrían causar fricciones con Biden. El presidente Duda ha calificado a la comunidad LGBTQ + como ‘enemigos’ de las familias polacas. En septiembre, Biden intervino en Twitter contra las regiones polacas que se habían declarado ‘libres de la ideología LGBT’.

En su comentario sobre la afición de Trump por los ‘matones’, Biden destacó a Hungría y Polonia, junto con Bielorrusia, cuando advirtió sobre los riesgos para la OTAN por “el surgimiento de regímenes totalitarios en todo el mundo”.

 

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