Culiacán, Sin.- Con la interpretación de la gran “Sinfonía No. 5”, de Piotr I. Tchaikovski, el próximo jueves 25 a las 19:30 horas continúa la Primera Temporada 2023 de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, esta vez con la presencia del Mtro. Alexandre Da Costa como director huésped, y además como violinista de gran prestigio internacional.
La cita es en el Teatro Pablo de Villavicencio y los boletos ya están a la venta a solo cien pesos general, lo cual puede hacerse en línea en el portal kynettick.com .
Además de la “Sinfonía No, 5” de Tchaikovski, el programa se integra con las piezas “Obertura Festiva”, de Dmitri Shostakovich; “Aria de Lensky, Kuda, kuda”, de la ópera “Eugene Onegin”, de Tchaikovsky y J. Heifetz y con arreglos de Leopold Auer, y “Chacona”, de Antonio Vitali.
El canadiense Alexandre Da Costa es actualmente director musical de la Orquesta Sinfónica de Longueuil y director artístico del Festival Stradivaria. En 2021 renovó por diez años su contrato como director artístico de la Orchestre Symphonique De Longueuil y él toca un violín Stradivarius Di Barbaro, de 1727 utilizando un arco Sartory.
La “Sinfonía No. 5 en mi menor opus 64” fue compuesta entre mayo y agosto de 1888 y se estrenó en San Petersburgo el 17 de noviembre de ese año. La sinfonía presenta una forma cíclica con un tema que se va repitiendo como leitmotiv de la obra.
Según el propio compositor, representa la imagen del destino. No se cuenta con una descripción de sus ideas, como ocurre con sus dos sinfonías anteriores. Solo dejó algunas anotaciones: “Introducción. Total resignación frente al destino o, lo que es igual, frente a la inescrutable predestinación de la Providencia. Allegro (I). Murmullos, dudas, lamentos y de nuevo reproches y vergüenza por el pasado. (II) ¿Debo arrojarme en brazos de la fe?”
El cuarto movimiento parece indicar la victoria final sobre el destino, una intervención de la fe salvando al protagonista. Pero es una falsa ilusión. El interrogante quedará despejado en su última sinfonía. El tema del destino, al ser interpretado solemnemente, presenta en el fondo un carácter de burla, de estar engañando al desgraciado protagonista.