Sinaloa, Sin.- La zona serrana de Sinaloa de Leyva vive una situación de terror y abandono, luego de que el pasado fin de semana se desatara una guerra entre dos grupos delictivos que se disputan el control del territorio, dejando como saldo un pueblo fantasma, negocios saqueados, vehículos y casas incendiadas y tiroteadas, y cientos de familias que huyeron para salvar sus vidas.
El conflicto armado se inició el viernes por la madrugada, cuando un comando de sicarios irrumpió en la comunidad de San José de las Delicias, ubicada a unos 62 kilómetros de la cabecera municipal, y atacó a balazos a los habitantes y a los negocios, provocando el pánico y la huida de los pobladores.
Los delincuentes se enfrentaron con otro grupo rival que intentó repeler la agresión, generando una intensa balacera que duró varias horas y que se extendió a otras localidades cercanas, como El Cajón, Coronado y El Potrero.
Los habitantes de estas comunidades también decidieron abandonar sus hogares y sus pertenencias, ante el temor de ser víctimas de la violencia y la falta de respuesta de las autoridades, que no acudieron al llamado de auxilio ni enviaron refuerzos policiales o militares para restablecer el orden.
Algunos pobladores se refugiaron en casas de familiares o amigos en otros municipios, mientras que otros se dirigieron a la cabecera municipal de Sinaloa de Leyva, donde solicitaron apoyo al gobierno municipal para encontrar un lugar donde quedarse.
Hasta el momento, no se ha reportado el número oficial de muertos o heridos por el enfrentamiento entre los grupos criminales, ni se ha identificado a los responsables. Tampoco se ha informado sobre el motivo del conflicto ni sobre las acciones que se tomarán para garantizar la seguridad y el regreso de los desplazados.
San José de las Delicias y las demás comunidades afectadas lucen desoladas y devastadas por la violencia. Los negocios están cerrados y saqueados, los carros están quemados o vandalizados, las casas están perforadas por las balas o calcinadas por el fuego. No hay rastro de vida ni esperanza.