Ciudad de México.- El panista Santiago Creel Miranda estuvo ayer sujeto durante dos horas a una reprimenda por los errores que reconoció haber cometido al ocultar que negoció la presencia de militares armados en el recinto legislativo, pero descartó renunciar a la presidencia de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, como se lo exigieron Morena y PT, por “romper la institucionalidad” y tratar de atribuir al Ejecutivo la intención de que el Ejército quisiera entrar al pleno.
En el tablero de votación y en los altavoces del salón se vio y se escuchó al presidente de la Comisión de Cultura: “Este es un momento crucial para él. Insiste en quedarse porque no hay dignidad personal. ¡Pues dejémoslo! No es persona de grandes definiciones, como ahorita ante las críticas responde: ‘Gracias, señor diputado’. ¡Si no se trata de un fajoneo!”
Ortiz Tejeda opinó que Creel tuvo la oportunidad de dar un paso adelante, pero en cambio optó por sus aspiraciones presidenciales: “Sería un gesto político si declina, se victimiza, sale y tal vez le den la candidatura. Este es su momento, pero miren: ¡Lo está perdiendo!”
Adusto ante la imparable andanada, de negro cerrado como suele vestir ahora, Creel sólo le dijo a Ortiz Tejeda: “Le agradezco y aprecio su intervención”.
“Asumo los errores”
A todos los discursos, el panista respondió que se atenía a la decisión de la Junta de Coordinación Política sobre su presidencia, a sabiendas de que sólo puede ser destituido por el voto de las dos terceras partes de los diputados presentes.
Sin ofrecer la disculpa que le exigían, expresó: “Asumo los errores que se hayan cometido; asumo la responsabilidad”.
Morena, PT, PVEM y MC le reprocharon que haya manipulado la asistencia de militares a San Lázaro, porque primero acordó con la Secretaría de la Defensa Nacional que los efectivos se presentaran armados al Palacio Legislativo. Luego se acogió a la prohibición de que ningún legislador puede entrar armado al recinto, para decidir que la escolta y la banda de guerra se quedaran en el vestíbulo.
Esto es, concluyeron, Creel generó el conflicto para “salvar” luego a la cámara de la “militarización”.
Desde su curul, Leonel Godoy Rangel, vicecoordinador de Morena, y el coordinador del PVEM, Carlos Puente, hicieron ver a Creel que el artículo 25 del Reglamento de la Cámara de Diputados define con nitidez qué es el recinto: “El conjunto arquitectónico que alberga a la cámara, incluyendo salón de sesiones, edificios de oficinas, patios, jardines, estacionamientos y demás bienes nacionales destinados para el funcionamiento de la cámara”.
Y en ese caso, avanzó Puente, Creel violó el reglamento. “Las fuerzas armadas no vinieron aquí motu proprio”, reforzó.
El coordinador de MC, Jorge Álvarez Máynez,declaró que el PAN y el propio Creel son aliados naturales de MC, pero punzó: “¿Por qué mentir? Parece como si, incluso, el presidente (Andrés Manuel) López Obrador hubiera mandado a la escolta armada, cuando usted permitió que entraran al recinto y los fue a saludar armados”.
La coalición Va por México no defendió a Creel.
El priista Augusto Gómez Villanueva expresó su comprensión por el “difícil papel” del panista, por tener que elegir entre aplicar el reglamento o actuar con inclinación política.
Humberto Aguilar Coronado (PAN) se limitó a señalar que tomaba la oferta de Morena al diálogo. El coordinador panista Jorge Romero ni metió las manos y su compañero Elías Lixa dijo que “no hay merma en el respaldo absoluto” a Creel.
Casi a las tres de la tarde, Ortiz Tejeda insistió al presidente de la cámara: “Aquí es donde uno debe saber si sirve o no”. Elías Lixa arrojó entonces la toalla: “Por madurez política, sin dejar de lado las diferencias, que continúe la sesión”.
Santiago Creel cerró el episodio. Minutos después dejó la conducción de la mesa a la panista Noemí Luna y no reapareció.