Estados Unidos se está quedando solo en su línea dura de combate al narco.
Países latinoamericanos que antes eran sus aliados en el modelo prohibicionista, como México y Colombia, ahora rechazan la guerra frontal contra las drogas y apuestan por políticas sociales para mitigar la desigualdad, señalada como causa de la violencia.
En un análisis, la fundación Insight Crime destaca que, en la última década, EU perdió influencia en América Latina, lo que frena los esfuerzos regionales para coordinar su estrategia contra el narcotráfico.
En este tema, México redujo la cooperación, pero mantiene un enfoque militarizado contra los cárteles, entre crecientes niveles de violencia. Con Gustavo Petro como presidente de Colombia se redujo la erradicación de cultivos de coca, además de que negocia con guerrilleros y criminales involucrados en el tráfico de drogas.
Mientras esta visión se consolida, la producción de cocaína y drogas sintéticas, como fentanilo y metanfetaminas, aumentará “significativamente” en los próximos meses, alertan los especialistas. En México, el auge de esto último se explica por la reducción de las fuentes tradicionales de ingresos de los cárteles: mariguana, heroína y coca.
Abandonan a EU en lucha antidrogas
La política antidrogas de línea dura que el gobierno de Estados Unidos ha mantenido desde hace medio siglo parece haber llegado a su fin.
Conforme más gobiernos de América Latina, como ha sido el caso de México y Colombia, rechacen el modelo de prohibición y guerra frontal contra los narcotraficantes, el próximo año aumentará la producción de cocaína en la región y proliferarán las drogas sintéticas, advirtió la fundación Insight Crime.
En un análisis, destaca que en la última década Estados Unidos ha perdido influencia en América Latina, lo que obstaculiza los esfuerzos regionales para coordinar la estrategia contra el narcotráfico.
Señala que el actual gobierno de México ha criticado la política prohibicionista y redujo la cooperación antinarcóticos; sin embargo, las autoridades federales de seguridad mantienen un enfoque militarizado para enfrentar a las organizaciones de tráfico de drogas, entre crecientes niveles de violencia.
Además, Colombia, uno de los mayores aliados de Washington en esa guerra, “se ha distanciado definitivamente, lo que consolida esta tendencia”, indica el reporte firmado por Jeremy McDermott y Steven Dudley, director ejecutivo y codirector, respectivamente, de Insight Crime, dedicada al estudio y a la investigación de amenazas para la seguridad nacional y ciudadana en América Latina y el Caribe.
Recuerdan que en agosto pasado, en su discurso de posesión, el presidente colombiano Gustavo Petro llamó al mundo a aceptar que la guerra contra las drogas ha fracasado. Como parte de su estrategia de Paz total, en su mandato ha reducido la erradicación de cultivos de coca, en parte por motivos ambientales; negocia con guerrilleros y grupos criminales involucrados en el tráfico de drogas.
“El año 2023 será crucial para el plan del presidente colombiano y para las estrategias poco ortodoxas frente a uno de los problemas más apremiantes de América Latina”, dijo Insight Crime.
Si bien la estrategia social de México y Colombia obliga a replantear el combate al narcotráfico y otros de sus efectos, como la violencia y la corrupción, los resultados han sido lentos e irregulares, abundan.
“Aunque Washington todavía apoya las estrategias de control internacionales, hace mucho tiempo se dio cuenta de que erradicar los cultivos de drogas, aumentar las incautaciones y capturar a los grandes capos de la droga no son tácticas efectivas para detener el flujo de narcóticos”, señalan.
AMENAZA A CORTO PLAZO
Mientras en América Latina se consolidan las nuevas políticas contra los cárteles, la producción mundial de cocaína, calculada en dos mil 500 toneladas anuales, así como de drogas sintéticas, aumentarán “significativamente” en los próximos meses, alertan los especialistas.
En 2021, previo a la llegada de Petro al poder, el cultivo de la planta en Colombia creció 43%, el más grande registrado en su historia a pesar de que el gobierno de Iván Duque (2018-2022) centró su política de seguridad en la erradicación de coca
“Dado que el presidente Petro ha reducido la erradicación, sin ofrecer soluciones rápidas, el auge de la coca inevitablemente continuará y quizá se expanda aún más”, señala.
El cultivo de coca migró de Colombia, Perú y Bolivia para asentarse, “a escala industrial, en Honduras, Guatemala y Venezuela. “Incluso, en México ha habido señales de un incipiente cultivo de coca. Todos estos países enfrentan dinámicas criminales significativas y tienen una limitada capacidad y, en algunos casos, poca voluntad política para erradicar los cultivos de coca, que comienzan a extenderse”, alerta el análisis.
En México, el auge en la producción de drogas sintéticas, como las metanfetaminas y el fentanilo, se explica por la reducción de las fuentes tradicionales de ingresos de los cárteles nacionales: mariguana, heroína y cocaína
“Primero, por la legalización en varios estados de Estados Unidos; segundo, debido a las cambiantes regulaciones frente a los opioides y su consumo, desde las inyecciones hasta las píldoras falsificadas y, finalmente, por la disminución del consumo en el mercado de cocaína más grande del mundo, Estados Unidos”, dice Insight Crime.
A esto se suman los nuevos mercados que están en la mira de los capos mexicanos, pues ha habido decomisos recientes: este mes se hallaron 60 kilos de cristal de anfetamina producidos en México en el aeropuerto de Schipol, en Países Bajos; en noviembre, autoridades alemanas incautaron 200 kilos de anfetaminas mexicanas y en octubre, Hong Kong incautó 1.8 toneladas de metanfetamina líquida, un récord para ese país.
“A pesar de que se producen y envían más drogas, el número de organizaciones criminales identificables se ha ido reduciendo, lo que ilustra que el crimen organizado, particularmente en Colombia, se está especializando”, agregan los expertos.
Otra amenaza es la mayor presencia de narcos europeos en América Latina, pues con el fin de maximizar sus ganancias, compran las drogas más cerca de los productores, “al tiempo que refuerzan sus relaciones con las estructuras criminales latinoamericanas involucradas en la producción y el transporte”. A los italianos se les suman ahora holandeses y balcánicos, que ya están asumiendo roles de liderazgo en los cargamentos de cocaína en todo el mundo
“El negocio parece claro: si en 2023 hay un exceso de 2,500 toneladas en la producción de cocaína, y si los precios se mantienen estables en US $30 mil el kilo, las ganancias podrían superar los US $75 mil millones. Si a esto se suman miles de millones provenientes de la producción y venta de drogas sintéticas, los ingresos criminales en América Latina y fuera de la región recibirán una enorme inyección en 2023”, concluyen.
Con información de Excélsior