Guamúchil, Sin.- A veces, la esperanza parece desvanecerse con los años, pero el pasado domingo 22 de junio, las poderosas ondas de la JL y la Maxi de Grupo Chávez Radio se convirtieron en un puente entre el pasado y el presente, al lograr lo que parecía imposible: unir a una familia después de 38 años de distancia, ausencia y silencio.
Don Margarito Vázquez Ortiz y su hija Maura Vázquez, residentes de Oaxaca, llevaban décadas sin saber nada de Catalina Vázquez Ríos, hija y hermana respectivamente, originaria de Santa Cruz, Miahuatlán, Oaxaca, pero que desde hace años vive en Jesús María Culiacán.
Sin más datos que su nombre y su lugar de nacimiento, Don Margarito, ya con la salud quebrantada, pidió ayuda a la radio a través de su otra hija: quería ver a su hija Catalina antes de que fuera demasiado tarde.
La solicitud fue transmitida por las estaciones de Grupo Chávez Radio, en Guamúchil. La voz de los locutores fue clara y directa: “Catalina Vázquez Ríos, si nos estás escuchando, tu padre te busca…”
Solo bastaron 90 minutos. Una hora y media para que la fuerza de los radioescuchas hiciera su parte. Alguien escuchó el mensaje, lo compartió, y una amiga de Catalina, sorprendida por lo que oía, la llamó para avisarle: “Te están buscando en la radio… es tu papá.”
Catalina no lo podía creer. Hacía 15 años, ella había intentado lo mismo en Oaxaca: dejó un número de teléfono en una estación radial con la esperanza de que su padre lo escuchara. Pero la línea tenía un error. Nadie llamó. Nadie contestó. La vida siguió.
Hoy, gracias a una segunda oportunidad brindada por la radio, el reencuentro ocurrió —no aún físicamente, pero sí emocionalmente—. A través de una videollamada, Catalina y Don Margarito volvieron a verse, aunque fuera por la pantalla. El llanto contenido durante años fluyó sin restricciones. Las palabras parecían no alcanzar. Padre e hija volvieron a hablar, a reír, a llorar juntos.
Catalina aún no ha podido viajar a Oaxaca. Son tres días de trayecto en autobús, y sus responsabilidades laborales le impiden dejar todo de inmediato, pero ahora no hay distancia que los separe completamente.
Se ven, se escuchan y se sienten cada día, aunque sea a través de una pantalla.
Lo más importante está hecho: el lazo fue restaurado, el silencio se rompió, el corazón volvió a latir en sincronía y en sintonía con las ondas de radio de la JL de Grupo Chávez Radio.