Ciudad de México.– Al corte del pasado 19 de diciembre, los casos de miasis en humanos por gusano barrenador (Cochliomyia Hominivorax) aumentaron a 106.
Lo anterior fue resultado de que durante la última semana, se confirmaron 7 personas afectadas por esta infestación parasitaria.
6 SON LAS ENTIDADES AFECTADAS
De acuerdo a la información del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (SINAVE), con 86 pacientes -5 de ellos hospitalizados-, Chiapas continúo registrando el mayor número.
En orden descendente siguió Yucatán con 8 casos, entre los que hay cuatro internamientos.
Quintana Roo reportó 4 pacientes, al igual que Campeche, donde uno de ellos está hospitalizado.
Oaxaca siguió registrando dos personas internadas y Tabasco reportó dos más, con una sola hospitalización.
MUERTES DE PACIENTES CON MIASIS EN HUMANOS
Durante la semana epidemiológica número 50 que concluyó el pasado 19 de diciembre, no ocurrieron muertes de personas con miasis en humanos por gusano barrenador, indicó el SINAVE.
Por lo cual, los decesos se mantuvieron en un total de 5, -uno en Campeche y cuatro en Chiapas-.
Al respecto, la secretaría de Salud, reiteró que “la causa básica de defunción no fue por C. hominivorax”, sino por las complicaciones producto de las enfermedades que ya tenían los pacientes que recibieron atención.
¿Qué es la miasis?
Es una infestación producida por larvas de mosca que se alimentan de tejido vivo de los mamíferos y rara vez de las aves.
¿Qué o quién la origina?
¿Cuál es su distribución geográfica?
La mosca del nuevo mundo se encuentra en el hemisferio occidental (Sudamérica y El Caribe), mientras que la mosca del viejo mundo se encuentra en el hemisferio oriental (Asia y África).
¿Cómo se propaga la larva?
La infestación se da cuando una mosca deposita sus huevos en la herida superficial de un mamífero, entre 12 y 24 horas después las larvas eclosionan y se alimentan de tejido vivo durante 4 a 8 días, una vez desarrolladas caen al suelo para transformarse en pupas, emergiendo de 7 a 10 días después como moscas.
¿Cuáles son los signos clínicos?
Las larvas pueden infestar diversas heridas, incluso tan pequeñas como la picadura de una garrapata; no obstante, las infestaciones más frecuentes se presentan en el ombligo de los neonatos, en las heridas generadas por la castración o el descorne, así como en las regiones vulvares o perineales de las hembras.
Cuando inicia la infestación se puede observar un movimiento leve dentro de la herida, la cual se extiende y se hace profunda conforme las larvas se alimentan de los tejidos, produciendo supuración serosanguinolenta. Generalmente los animales afectados se separan del grupo y manifiestan depresión, falta de apetito y molestia en la herida; los animales que no reciben tratamiento pueden morir de 7 a 14 días después por toxicidad o por infecciones secundarias.
¿Cómo se diagnostica?
La larva es de forma cilíndrica, está rodeada por una serie de anillos con espinas protuberantes que le dan la apariencia de un tornillo, es de color blanquecina y en un extremo tiene dos ganchos que utiliza para desgarrar los tejidos; a pesar de esto, es difícil distinguirla de otras larvas como Cochliomyia macellaria, Lucilia cuprina y Dermatobia hominis, ya que tienen formas semejantes, por lo que es necesario realizar el diagnóstico morfológico en un laboratorio oficial.
Con información de Excélsior








