No querían dejar ir al grupo Son de La Baja, en su concierto en Las Riberas

Culiacán, Sin.- Al final, los miembros del grupo de músicos bajacalifornianos Son de La Baja no podían despedirse ante el entusiasmo de un público que les pedía otra, otra,  en el concierto que ofreció la noche del domingo en el Parque Las Riberas, con el que cerró la primera etapa del ciclo “Los Ecos del Festival”, con artistas seleccionados por el programa federal Raíz México.

Originarios de Playas de Rosarito, B.C., el cuarteto está integrado por las vocalistas Leslie Elías Corpus en la jarana y la quijada, y Laura Cortez en la vihuela y la guitarra; y en las segundas voces, José Luis García en el guitarrón y violín, y Saúl Garfio en la guitarra acústica y eléctrica.

Ellos llegan a Sinaloa como parte de la programación de la convocatoria Raíz México, que seleccionó este año a 160 grupos musicales en el país para dar presentaciones en sus regiones de origen, en este caso el noroeste, con lo que casi 20 de ellos se presentarán en Sinaloa de aquí a enero (algunos ya estuvieron en el reciente Festival Cultural Sinaloa 2022).

Previamente, el grupo ofreció una clínica sobre “La proyección de la música mexicana en el contexto educativo en Baja California”, en el Centro Sinaloa de las Artes Centenario, en el que mostraron a los asistentes la manera en que se deben tocar los acordes de algunos sones típicos mexicanos que, con el tiempo, han perdido la forma original de abordarse.

Durante más de una hora del concierto, ellos interpretaron canciones y sones tradicionales mexicanos y temas de su autoría. Abrieron fuerte con “El herradero”, de Pedro Galindo, para seguir con una pieza colombiana “Me borrarás”, de María Isabel Saavedra, a la que se hicieron adaptaciones como huapango, y  “Amor equivocado”, de la autoría del grupo.

De Natalia Lafourcade interpretaron “Mi tierra veracruzana”, para continuar con el son jarocho “La guacamaya” y el huapango de su autoría “En un volado”, que grabaron en un palomazo con el músico Quino McWhinney, del grupo norteamericano  Big Mountain.

También “Tata Dios”, de Juan Basterra, y el son de tierra caliente en Guerrero, “Mariquita” y una canción propia sobre una avecilla que es a la vez su emblema, “El colibrí”, que desembocó de pronto en algunos acordes de “El sinaloense”, que hizo crecer el regocijo en los asistentes, con la que se despidieron.

Ante los gritos de otra, otra, cantaron una más de su autoría pero como vieron que la gente no daba señales de irse, se fueron de largo con “Sufriendo a solas”, del sinaloense José Ángel Espinoza “Ferrusquilla”, que cantaron los presentes desde sus butacas o desde los altos álamos y ceibas, y luego el son huasteco de “La vaca” con la que iban a cerrar pero aún se quedaron a cantar “Los laureles”, cuando les pidieron más.

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