Los Mochis, Sin.- Con un uniforme rojo que habla de entrega y servicio, Gerardo Bojórquez subió al escenario con su hijo en brazos. El gesto, aunque sencillo, resumía lo que significa para él ser paramédico: salvar vidas, sí, pero también mostrar a su pequeño que el valor y el amor pueden ir de la mano.
Durante el evento por el Día del Socorrista, sus compañeros de la Cruz Roja destacaron los 16 años de labor ininterrumpida de Gerardo. Sin embargo, él confesó que lo más difícil no ha sido enfrentar emergencias o atender accidentes, sino dejar cada mañana a su hijo en casa, sabiendo que, aunque queda al resguardo de su madre, los riesgos en la calle son reales.
Gerardo cuenta con ternura que su hijo ya reconoce el uniforme. Sabe que cuando su papá se lo pone, es porque va a ayudar a otros. Por eso, ha querido sembrar en él ese amor por la labor del socorrista, esperando que algún día comprenda todo lo que representa.
La escena final, con padre e hijo vestidos como paramédicos, quedó grabada en los asistentes. Un homenaje no solo a una carrera dedicada a los demás, sino al lazo inquebrantable entre un héroe cotidiano y su mayor motivo para seguir adelante.