Rosalinda renuncia a su trabajo en la caseta de cobro tras accidente

Alhuey, Angostura.- Agobiada por el susto y la tristeza de perder una amiga, quien murió tras el percance del tráiler que arrolló la caseta de cobro, Rosalinda decide renunciar a su trabajo en Capufe.

El tan solo pensar que pudo ser ella la víctima del accidente del tráiler que la noche del domingo se impactara contra la caseta de cobro en la autopista Benito Juárez-la Costera, en la sindicatura de Alhuey, la aterrorizaba.

Sólo se concretaba a repetir una y otra vez: «mis hijos ya no quieren que siga laborando aquí, vengo a renunciar», al mismo tiempo que fijaba su mirada hacia el lugar donde horas antes había una caseta donde cobraban el peaje, y que un camión de carga quizá por la negligencia de un conductor o por la falla mecánica de la unidad, ya no se encontraba en el lugar; no sólo se llevó la caseta, con ella también la vida de dos de sus compañeros.

«Mis hijos ya no quieren que siga laborando, es mucho el riesgo que pasamos aquí, las ocho horas en riesgo porque los traileros llegan en sus unidades a gran velocidad, y en ocasiones hasta se pasan la caseta sin pagar; argumentan que porque la carretera está en mal estado; eso es doble trabajo para nosotros, porque tenemos que levantar un reporte por cada carro que se va sin pagar».

Curiosamente en ese momento que platicaba pasó un autobús de la línea Norte de Sinaloa, con el número 471, que en varias ocasiones se ha ido sin pagar.

«Mire ese camión varias veces se va sin pagar; reniegan porque la carretera está en mal estado, y nosotros llevamos el regaño, ahorita parece que pagó tal vez porque miró muchas patrullas de la Guardia Nacional», comentó.

Rosalinda de nueva cuenta mira hacia la caseta y nos comenta que ella salió a las cuatro de la tarde del domingo de su turno, y estaba en la misma caseta donde sus compañeros Mónica Irene y Martín fueron arrollados.

«No puede ser, el solo pensar que le puedo haber tocado a uno, pienso en mis hijos», decía.

Su decisión estaba tomada, llegó muy temprano para hablar con su supervisor, para presentar la renuncia; tiene nueve años trabajando, sorteando la suerte por un sueldo que sólo le alcanza para sobresalir y un seguro de vida de 150 mil pesos, que no remedia nada de morir en riesgo de su trabajo.

Ese mismo tiempo laborando, nueve años, tenía Mónica Irene Sánchez.

Junto a Rosalinda estaba una excompañera que hacía poco más de dos semanas había renunciado a la caseta de cobro; puesto que le dieron a Martín, quien llegó a pedir trabajo al saber que había una vacante.

Su excompañera no paraba de llorar, tal vez al pensar que ella hubiese estado ahí en ese turno, en esa caseta, por ello da gracias a Dios por esa nueva oportunidad de vida.

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