Culiacán, Sin.- Lo que debía ser una noche tranquila terminó en tragedia para la familia Aceves. Rubén, de 61 años, perdió la vida a las afueras del Hospital Civil de Culiacán durante el ataque armado registrado el pasado viernes. Su único “error” fue esperar a su esposa en las bancas del lugar.
En una funeraria de la ciudad, su hermano Manuel Aceves no logra asimilar la pérdida. Con voz entrecortada relató que Rubén había acudido a recoger a su esposa, quien se encontraba acompañando a un familiar hospitalizado. Antes de salir, decidieron descansar un momento en las bancas del hospital, sin imaginar que serían alcanzados por las balas.
“Fue cuando pasaron esos sicarios disparando a diestra y siniestra. No iban contra nadie en específico, sólo vieron gente y comenzaron a matar inocentes”, dijo Manuel.
Los disparos impactaron directamente en Rubén. Su esposa logró sobrevivir al resguardarse tras uno de los muros del área de espera, pero quedó marcada por la tragedia.
Familiares y amigos lo recuerdan como un hombre trabajador, bondadoso, padre y abuelo dedicado, siempre dispuesto a tender la mano. Su compromiso con los demás iba más allá de su familia: solía llevar comida a migrantes que cruzaban por las vías del tren en su paso hacia el norte.
El ataque dejó un saldo de cuatro personas muertas y cuatro heridas, entre ellas dos mujeres y una menor de 13 años. Todas fueron catalogadas como víctimas colaterales.
La violencia en hospitales de Culiacán se repitió al día siguiente: hombres armados irrumpieron en una clínica particular y, en otro hecho, un sujeto disfrazado de médico entró al Hospital General para asesinar a un paciente.
La familia Aceves exige justicia y que se recuerde a Rubén como lo que fue: un hombre de bien, cuya vida fue arrebatada por una violencia que no perdona a inocentes.