El Fuerte, Sin.- “Vienen hombres armados”, alertaron los elementos de la Guardia Nacional mientras aseguraban una casa y un inmueble en la Constancia. Minutos antes, una intensa balacera había roto la tranquilidad de la tarde, atrayendo la mirada de vecinos curiosos y periodistas ansiosos por cubrir el suceso.
Sin aviso, lo que parecía ser una tregua se transformó en caos. Los residentes, que habían salido tímidamente de sus hogares, volvieron a encerrarse apresuradamente, atrincherándose detrás de puertas y cerrojos. Los periodistas, en una carrera por encontrar seguridad, se refugiaron en puntos estratégicos; mientras los policías tomaban posiciones con rifles listos para repeler cualquier ataque. El ambiente estaba impregnado de miedo y expectación.
Desde los radios se escuchaba información: hombres armados a bordo de varios vehículos habían sido reportados en la comunidad. En cuestión de minutos, la tensión era palpable en cada rincón de la Constancia. Sin embargo, el esperado enfrentamiento no se materializó y, poco a poco, la calma volvió a la comunidad.
Este episodio, que terminó sin víctimas adicionales pero con el susto incrustado en los corazones de los presentes, deja en evidencia una realidad preocupante: ni siquiera la presencia de las autoridades de los tres órdenes de gobierno garantiza la seguridad de los ciudadanos en ciertas regiones de Sinaloa.
