Culiacán, Sin.- La noche caía sobre Culiacán cuando la violencia estalló. Aproximadamente a las 7:15 p.m., ráfagas de balas rasgaron el aire en la intersección de las calles Francisco Javier Gaxiola, José C. Valadez y Antonio Nakayama.
Testigos atónitos observaron cómo varios individuos armados convergían en un inmueble, aparentemente con la intención de privar de su libertad o de la vida a una persona.
La respuesta no se hizo esperar. La víctima, cuya identidad permanece en las sombras, no se rindió. Respondió con valentía, disparando su arma de fuego contra los atacantes. El tiroteo se prolongó durante minutos interminables, llenando la noche con el eco de la violencia.
Cuando los agentes de la Policía Municipal y la Estatal Preventiva llegaron al lugar, se encontraron con un escenario desolador. Un vehículo Chevrolet Beat, de color gris y modelo reciente, yacía con impactos de bala en el parabrisas. Sin embargo, el misterio persiste: ¿era este vehículo utilizado por los gatilleros o simplemente estaba estacionado en el lugar equivocado en el momento equivocado?
El Ejército Mexicano se unió al operativo, desplegando sus fuerzas en busca de los responsables. Pero la oscuridad y la confusión conspiraron para ocultarlos. Los heridos reportados seguían sin aparecer, como si se hubieran desvanecido en la noche.
En medio de la calle, las autoridades hallaron equipo táctico abandonado y un cargador para arma larga. ¿Cuántos participaron en este sangriento enfrentamiento? Nadie lo sabe con certeza. El misterio persiste, y la ciudad de Culiacán se aferra a la esperanza de respuestas mientras los peritos de la *Fiscalía General del Estado* examinan meticulosamente la escena.
