Hacía ataúdes durante la Guerra de Vietnam… Esta es la historia de don Armando

Los Mochis, Sin.- Ya sea por falta de oportunidades, temas de inseguridad o simplemente por buscar un mejor futuro económico, miles de mexicanos han emigrado a los Estados Unidos desde hace décadas, en una travesía que es difícil, riesgosa e incierta.

Son popularmente conocidos como “braceros” o “mojados” por el hecho de que la mayoría cruza nadando sobre las agresivas aguas del Río Bravo, aunque también existe una gran cantidad de personas que opta por caminar largas cantidades de desolados kilómetros de desierto.

Es el caso del señor José Armando Félix Valenzuela, de 72 años de edad, quien, con estado de ánimo optimista, asistió temprano a las instalaciones de la Biblioteca Pública Morelos en Los Mochis para solicitar su pensión como parte del Programa de Beneficios Federales de los Estados Unidos, un evento al que acudieron muchos adultos mayores con la esperanza de recibir esta retribución por sus años de labor en aquel país. Cada uno con una historia interesante y particular que contar, como don Armando, quien en 1972 decidió buscar el sueño americano atravesando el imponente desierto de Sonora, caminando durante tres días y tres noches.

“Viera como sufre uno. Esa vez caminé tres días y tres noches pa’ salir a la carretera. De ahí agarramos raite a Tucson, y de ahí agarramos el tren a Los Angeles”.

Ya en los Estados Unidos, don Armando se asentó en la frontera, transitando entre los estados de California y Arizona, y laborando en empresas manufactureras.

Paradójicamente, en una de las empresas fabricaba fundas para armas de fuego y armas blancas, y en la otra fabricaba ataúdes, los cuáles – recuerda don Armando – eran ampliamente solicitados en aquellos años, pues estaba en pleno apogeo y cobrando miles de vidas la Guerra de Vietnam.

“Trabajé 13 años (en Estados Unidos). Tuve dos trabajos nada más, trabajaba en fábricas. En una hacíamos fundas de pistolas, de dagas, de navajas, cinturones. Se llamaba El Cid, en Los Angeles. La otra fue en Artesia, California, ahí trabajé 7 años, ahí hacíamos las cajas de los difuntos, ataúdes. En ese tiempo estaba la guerra de Vietnam, enviábamos muchas, muchas cajas para allá”.

Don Armando menciona que intentó regularizar su situación legal en la Unión Americana, sin embargo, esto nunca fue posible y se vio obligado a enfrentar racismo y discriminación por parte de los “gabachos” durante años, por lo que, afirma, el “sueño americano” no es tan bonito como se piensa.

“Sí la sufre mucho uno allá. No es tan fácil ir a Estados Unidos. Muchos creen que llega uno a la gloria pero no, es duro el trabajo, y se sufre mucho uno porque lo discriminan en primer lugar, le dan los trabajos más mal pagados, en los empleos les pagan más a los gabachos. A uno todo el tiempo le pagan menos aunque haga el mismo trabajo”.

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