Ciudad de México.- En 1995 Mario Molina recibió una noticia que, en principio, consideró como una broma: ser ganador del Premio Nobel de Química.
Con sorpresa y pese a que algunos de sus colegas le habían indicado que estaba en la lista, “no lo tomaba muy en serio”.
“No había precedentes, no había problemas de medio ambiente –declaró en entrevista con Excélsior–. Claro, en el que trabajé estaba muy conectado a la ciencia y al avance de la misma, un poco la razón.
“Fue sorpresa, y al principio estaba casi incrédulo y conociendo a mis colegas en Suecia… efectivamente quise verificar y fue un gran evento para mí, porque para un científico es el máximo galardón al que aspiramos”, comentó el doctor Molina.
Sin embargo, poco tiempo después reconoció que el haber sido galardonado con uno de los premios más buscados implicaba una responsabilidad.
“Es satisfactorio, es un galardón que emociona y es una gran honra para mí, y poco después reconocí que era obligación para tratar no de jubilarme, sino para hacer algo útil para la sociedad”, recordó.
Mario Molina y Sherwood Rowland fueron los pioneros en establecer la relación de los compuestos de cloro y bromuro en la estratósfera y el agujero de ozono.
Aunque su trabajo científico continuó luego de haber sido galardonado, el Premio Nobel de Química cambió a la política del medio ambiente “trabajos conectados con los que había estado trabajando anteriormente sobre medio ambiente y beneficios a la sociedad”.
El desafío, dijo Mario Molina, es aprender las nuevas técnicas y disciplinas que se comparte con colegas que, a su vez, han ganado otros premios y “asegurarse que la ciencia siga progresando con el punto de vista hacia el apoyo de la sociedad”.
En su opinión, decía el cambio climático, es el primer reto al que el mundo se enfrenta y está relacionado con el trabajo que él realizó y por el que fue premiado.
“En aquel entonces, el problema de la capa de ozono era global y para resolverlo tuvieron que participar todos los países del mundo y se logró (resolver el conflicto).
“Fue un gran éxito que se pudiera resolver este problema, y sobre el que ahora tenemos —el cambio climático—, desde mi punto de vista y el que es claramente global requiere que participen todos los países con economías desarrolladas, es sobre el cambio climático”, expuso.
Aún cuando no se tiene una solución a dicho problema, cada vez hay más reconocimiento de la población ante la afectación que deja y el cual es “urgente”.
EL PREMIO EN LA HISTORIA
La gran ventaja que dejó el descubrimiento de Mario Molina y su equipo es que quizá, sin él, tuviéramos un medio ambiente más desgastado, dijo en entrevista Simone Lucatello, profesor e investigador del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora.
“Si no lo hubieran descubierto a tiempo a lo mejor posiblemente la capa de ozono se hubiera hecho más delgada y llevaría a condiciones climáticas más extremas al planeta, como mucho más de lo que tenemos ahora”, mencionó.
Lo que hizo fue preocuparse un poco en cómo las moléculas que venían de cierto tipo de gases estaban empezando a dañar la capa de ozono.
“Hasta ese entonces no había un entendimiento muy claro de cómo los gases que eran producidos por electrodomésticos subían a la atmósfera y corrompían su composición natural.
“En su momento no era fácil entenderlo, fue vanguardista, pero la comunidad científica hay veces que es muy conservadora, (ese premio) es un mensaje para quien hace investigación”, explicó.
Además, lentamente fue observando cómo ese tipo de contaminantes tenían un impacto y efecto en el medio ambiente y descomponían y “destrozaban”.
“La importancia de la investigación, ahora para el cambio climático, es que él entendió qué gases producidos por la actividad humana estaban dañando la capa de ozono, provocando más calor y radiación solar”, detalló.
El segundo legado que trae consigo este trabajo científico es que no sólo involucra a los gases de los hidrocarburos, sino también a otros.
“Ya hay toda una gran cantidad de gases que pueden dañar enormemente la atmósfera y que pueden aumentar la temperatura promedio del planeta. (El descubrimiento) deja una herencia científica importante sobre la cual estamos ahora construyendo la agenda global climática”, refirió.
