Ciudad de México.- Según especialistas en clima espacial, entre el 20 y el 21 de agosto la Tierra podría sentir los efectos de una reciente fulguración solar que provocó una eyección de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés). Aunque la posibilidad de una tormenta solar suena preocupante, hay un riesgo mínimo ya que solo se pronostica la manifestación de auroras polares, y algunas afectaciones leves en aparatos eléctricos.
El fenómeno fue detectado el 16 de agosto por la NASA y la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés). Se trata de una erupción solar que llegó a medir 1.2 en la clase B, bastante débil en comparación a las aterradoras erupciones de clase X (la última vez que ocurrió una de estas fue hace 3 años).
Aunque las fulguraciones de clase B no tienen nada de extraordinario, la del 16 agosto podría traer consigo un golpe indirecto por una eyección de masa coronal con dirección a la Tierra.
Dicha tormenta solar implicaría condiciones de inestable a activo en el campo geomagnético, con la posibilidad de niveles de tormenta G1. Suena malo pero no hay necesidad de esconderse en el búnker todavía; al contrario, es muy probable que una aurora borealis se manifieste en la noche y pueda ser apreciada en los países más cercanos al Polo Norte, incluyendo en algunos estados norteños de Estados Unidos, como Maine, Minnesota y Washington.
En lo que respecta a disrupciones en aparatos eléctricos, hay aviso de afectaciones a las señales de radio amateur y GPS, pero es muy poco probable que pueda desatar daños considerables en los sistemas de generación eléctrica, en la red eléctrica, o en las comunicaciones satelitales.
Las amenazas de una tormenta solar
Por lo general, este tipo de tormentas no representan ningún peligro y comúnmente resultan en la formación de aurora borealis en el norte o aurora australis en el sur, un espectáculo de luces sin paraleo.
Sin embargo, cuando las erupciones solares son de mayor intensidad, el flujo de partículas puede ser tan grande que provoca que la atmósfera terrestre se expanda, ya que se calienta su capa exterior.
Mientras la atmósfera terrestre se expande, las señales de satélite enfrentan dificultades para entrar por la atmósfera y esto afecta la navegación GPS, las señales de telefonía celular y de la televisión satelital.
Adicionalmente, estas partículas pueden causar corrientes en la magnetósfera y acumular energía en las líneas de corriente eléctrica, lo que podría generar sobrecarga en transformadores y estaciones eléctricas.